jueves, 3 de abril de 2008

Pueblos Sucrenses: Origen y Clasificación de sus Nombres



Publicado por Luis B. Mata-García en el diario El Nuevo Dia (Puerto la Cruz, Anzoátegui, Venezuela) el 31-Agosto-2005

La toponimia es la ciencia encargada del estudio de los nombres de lugares geográficos, incluyendo los factores antropológicos, lingüísticos, socioeconómicos e históricos que permitieron y permiten su perenne preservación en la memoria colectiva. Según el Nomenclador de Centros Poblados Total Nacional, el estado Sucre (nororiente de Venezuela) abarca un número cercano a los 1300 centros poblados, definidos éstos como “todo lugar o sitio del territorio venezolano integrado por tres o más viviendas que no tengan separación mayor de 500 metros entre sí”.


Aproximadamente 14% de los centros poblados de la entidad nororiental ostentan fitotopónimos, es decir sus nombres derivan de las denominaciones populares atribuidas a las especies vegetales. Dentro de esta categoría se incluye el nombre de la capital del estado (Cumaná), originado del vocablo indígena con el que se identifica popularmente a la especie arbustiva de flores amarillas Turnera ulmifolia; en este orden nomenclatural también figura el pueblo de “Guayacán”, proveniente del nombre vernáculo del árbol homónimo, y el pueblo arayero “El Guamache”, que designa la denominación popular para la cactacéa arbórea Pereskia guamacho. Otros pueblos con fitotopónimos son: “Tacarigua”, “Palmarito”, “Lechozal”, “Catuchal”, “Guatapanare” y “Guacimilla”, entre otros.

Asimismo, un 30% corresponde a fisiotopónimos, es decir aquellos que evocan características geográficas propias del lugar representado. Dentro de este grupo se ubican pueblos como “Los Cerritos”, “Los Dos Ríos”, “Quebrada Seca”, “Vuelta Larga”, “Vallecito”, “Playa Colorada”(debe su nombre al color rojizo de la arena proveniente de sedimentos de la Formación geológica Barranquín), “Río Chiquito”, “Salobre”
y “Sabana Redonda”, entre otros. Asimismo, un 9% es atribuido a la categoría de hagiotopónimos, es decir nombres creados en memoria o veneración de personajes del santoral católico, así hacen vida en la geografía sucrense pueblos con nombres compuestos tales como: “San Agustín”, “Santa Fe”, “San Antonio”, “San Lorenzo”, “Santa Elena” y “Santa María” entre otros.

Análogamente, los nombres cuyo motivo es la denominación común de un integrante del Reino Animal, conocidos como zootopónimos, constituyen el 6% del total de centros poblados sucrenses. Dentro de este grupo figuran pueblos como “Caimancito”, “Chipichipi”, “Garrapata”, “Guacuco”, “Irapa”, “El Zamuro”, “Caigüire”, “Los Cachicatos”, “Las Palomas”, “Periquito”, “Querrequerre”. La toponimia zoogénica del estado Sucre está dominada por aquellos nombres de origen marino o costero, principalmente moluscos y peces, matizada por las influencias africanas e indígenas autóctonas.

Por otro lado, un 4,5% aproximadamente del total de los nombres de pueblos sucrenses son pragmatopónimos, es decir aquellos que expresan actividades u objetos prácticos para las actividades humanas. Dentro de esta sección están agrupadas poblaciones tales como: “El Cordón”, “La Tubería”, “Mapire”, “Las Charas”, “La Fragua” y “El Saco”.

Los epotopónimos, derivados de nombres o apellidos de personas, constituyen aproximadamente el 2,5% del total de nombres de centros poblados del estado Sucre. Ejemplos de esta categoría son los siguientes: “Juan Antonio”, “Juan Pedro”, “Juan Sanchez”, “Gamero”, “Villarroel”. Incluso el nombre de la entidad federal obedece a este criterio toponímico por ser Sucre el apellido del Gran Mariscal de Ayacucho.

El sentido de pertenencia y la necesidad gregaria de identificación son factores culturales inherentes a la condición humana y pasa por el imprescindible conocimiento de la génesis nomenclatural que apuntale la permanencia y progreso de las poblaciones.

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