miércoles, 10 de diciembre de 2008

Jóvenes decimonónicos y ruptura de paradigmas


(Por Luis Mata García. Publicado en diario "Correo del Caroní" el 21 de febrero de 1995)

El 12 de febrero de 1809 nace en Shrewsbury, Inglaterra, Charles Darwin; a la edad de 22 años, el 27 de diciembre de 1831, se embarca en el Beagle e inicia el periplo científico de cinco años y dos dias por las regiones de bahía (Brasil), Tierra del Fuego, Cabo de Hornos y las islas Galápagos que redundaría años más tarde en la formulación de su teoría de la Selección Natural y la supervivencia de los más aptos. Es así como en 1837, con 28 años de edad, inicia sus anotaciones formales sobre la transmutación de las especies, publicando dos años más tarde su libro “Diario de Investigaciones” donde relata sus experiencias en el viaje del Beagle. En el año 1859 es dada a conocer a la luz pública la primera edición de 1250 ejemplares de su célebre obra “El Origen de las Especies”, la cual se agota el mismo día de su puesta en venta en Londres.

Coincidencialmente, ese misma año fallece en Berlín a la edad de 89 años, el sabio naturalista alemán Alejandro de Humboldt, quien a la edad de 29, acompañado del médico y Botánico francés Aimée Bonpland (con 27 años de edad), recorrieron y exploraron en los albores del siglo XIX las entonces colonias americanas del Reino Español, siendo considerados los “descubridores científicos del Nuevo Mundo”. Ambos jóvenes realizaron numerosas colecciones de plantas, animales y minerales, describiendo una considerable cantidad de especies nuevas para la ciencia incluyendo las aves conocidas como “guácharos” (Steatornis caripensis), que le confieren su nombre a la cueva homónima de Caripe (Monagas, Venezuela), y sentando las bases de varias ciencias como la ecología, fitogeografía, mineralogía, geología, etc.

En 1804 Humboldt conoce en París a un físico y químico francés de 27 años de edad: Louis Joseph Gay-Lussac, que había realizado una audaz ascensión solitaria en globo a altura superior a los 7000 metros con el objetivo de medir el contenido de oxígeno del aire a diferentes altitudes y las variaciones magnéticas de la Tierra. Gay-Lussac fue, además, el científico que enunció la Ley de Dilatación de los gases.

En 1805, Humboldt se encuentra en Roma con un “muchacho” venezolano de 21 años, revolucionario, pequeño, de pelo negro y ojos tristes, que andaba deambulando por Europa de luto por la súbita y prematura muerte en Caracas de su igualmente joven esposa. El carajito caraqueño, impulsivo y soñador, le pregunta al alemán si en su opinión “las colonias españolas serían capaces de gobernarse a si mismas”, a lo que Humboldt contestó que éstas “ya habían alcanzado la madurez, pero no conocía a nadie que pudiera conducirlas a la libertad”. En su mocedad, el revolucionario idealista había recibido lecciones de Geografía y Gramática de de un joven dos años mayor que él llamado Andrés Bello y de otro conciudadano suyo con tendencias anarquistas de nombre Simón Rodríguez, quienes influirían decididamente en el futuro Libertador de casi un Continente. El genio visionario de América tuvo como lugarteniente a un destacado joven cumanés quien, comandando las tropas libertadoras, obtiene una imponente victoria militar en Ayacucho a los 29 años de edad, sellando definitivamente la libertad de la América española.

El retraimiento, la soledad y la incomprensión de sus semejantes constituyen las más siginificativa impornta en las vidas de estos jóvenes del siglo XIX, figuras universales que no permitieron que amilanaran sus voluntades frente a las adversidades y prejuicios de sus contemporáneos, permaneciendo consecuentes con sus sueños, metas e ilusiones, hasta ser coronadas sus obras, hoy por hoy reconocidas, respetadas y admiradas.

jueves, 4 de diciembre de 2008

PLANTAS CARNÍVORAS EN VENEZUELA


(Luis Mata García). Un ser vivo del Reino vegetal se caracteriza fundamentalmente por poseer la sustancia química clorofila que le permite realizar el proceso de transformación de la energía luminosa del sol empleando dióxido de carbono del aire para finalmente elaborar productos alimenticios usados en su desarrollo vital y en oxígeno, el cual es liberado para su posterior uso por el resto de seres vivos. Sin embargo, no todas las especies del mundo verde poseen clorofila y por ello deben procurarse su alimento de otras maneras para lograr su supervivencia en el planeta, es así como han evolucionado muchas especies botánicas del tipo parasitario y del tipo carnívoro. Una de las especies parasitarias más bizarra del mundo es la Rafflesia arnoldii, la cual vive a expensas de una enredadera de la cual sustrae elementos nutritivos, una vez dadas las circunstancias ambientales necesarias esta planta parásita proyecta una flor pestilente que puede medir hasta un metro de diametro y pesar tres kilos. Esta especie es endémica de Indonesia. En Venezuela coexisten con nosotros otras plantas parásitas si bien menos bizarras, no por ello menos peligrosas, como por ejemplo las denominadas con el término vernáculo “guatepajarito”, pertenecientes a la familia botánica de las lorantáceas, u otras conocidas con el nombre popular de “cabello de angel”, perteneciente al género Cuscuta. Al igual que en el combate bíblico de David contra Goliat, éstas son plantas de reducidas dimensiones que eventualmente terminan matando a su infortunado hospedero, que generalmente es un árbol de proporciones mayores.

Las plantas con el “sindrome carnívoro” son aquellas adaptadas a la atracción, retención, captura y digestión de presas, generalmente pequeños insectos y batracios. Este síndrome se observa en ecosistemas marginales pobres en nutrientes y en nitrógeno. Una de las plantas carnívoras más conocida del mundo es la Drosera. Pertenece a un género cosmopolita distribuido desde el nivel del mar hasta los 3000 metros de altitud, agrupado en la familia botánica de las Droseráceas que comprende otros tres géneros. En Venezuela se conocen 14 especies de Drosera, encontrándose la mayor de ellas al sur del río Orinoco, alcanzando sólo dos de ellas la porción más septentrional del país, ubicándose en los estados Anzoátegui, Monagas y Sucre. La especie Drosera cendeensis es conocida exclusivamente de los páramos venezolanos, específicamente de los estados Lara y Trujiilo. Esta especie, presumiblemente endémica de Venezuela, fue descrita por primera vez para la ciencia en los años 40 por el célebre naturalista venezolano Francisco Tamayo, y constituye uno de los principales componentes del popular brebaje “díctamo real”, bebida producto del conocimiento etnobotánico regional, siendo el pintoresco pueblo de Carache en el estado Trujillo, uno de los centros de preparación de esta “pócima mística”. El polen de las especies de Drosera se caracteriza por formar tétradas espinosas documentándose sus primeras evidencias en el proceso evolutivo en el Cretácico, especificamente al periodo santoniense-coniaciense (80 a 90 millones de años antes del presente) considerado un excelente marcador fósil de esa edad, empleado por los paleontólogos de la industria petrolera en la búsqueda del oro negro.
(por: Luis B. Mata García)