(Luis Mata García). Un ser vivo del Reino vegetal se caracteriza fundamentalmente por poseer la sustancia química clorofila que le permite realizar el proceso de transformación de la energía luminosa del sol empleando dióxido de carbono del aire para finalmente elaborar productos alimenticios usados en su desarrollo vital y en oxígeno, el cual es liberado para su posterior uso por el resto de seres vivos. Sin embargo, no todas las especies del mundo verde poseen clorofila y por ello deben procurarse su alimento de otras maneras para lograr su supervivencia en el planeta, es así como han evolucionado muchas especies botánicas del tipo parasitario y del tipo carnívoro. Una de las especies parasitarias más bizarra del mundo es la Rafflesia arnoldii, la cual vive a expensas de una enredadera de la cual sustrae elementos nutritivos, una vez dadas las circunstancias ambientales necesarias esta planta parásita proyecta una flor pestilente que puede medir hasta un metro de diametro y pesar tres kilos. Esta especie es endémica de Indonesia. En Venezuela coexisten con nosotros otras plantas parásitas si bien menos bizarras, no por ello menos peligrosas, como por ejemplo las denominadas con el término vernáculo “guatepajarito”, pertenecientes a la familia botánica de las lorantáceas, u otras conocidas con el nombre popular de “cabello de angel”, perteneciente al género Cuscuta. Al igual que en el combate bíblico de David contra Goliat, éstas son plantas de reducidas dimensiones que eventualmente terminan matando a su infortunado hospedero, que generalmente es un árbol de proporciones mayores.
Las plantas con el “sindrome carnívoro” son aquellas adaptadas a la atracción, retención, captura y digestión de presas, generalmente pequeños insectos y batracios. Este síndrome se observa en ecosistemas marginales pobres en nutrientes y en nitrógeno. Una de las plantas carnívoras más conocida del mundo es la Drosera. Pertenece a un género cosmopolita distribuido desde el nivel del mar hasta los 3000 metros de altitud, agrupado en la familia botánica de las Droseráceas que comprende otros tres géneros. En Venezuela se conocen 14 especies de Drosera, encontrándose la mayor de ellas al sur del río Orinoco, alcanzando sólo dos de ellas la porción más septentrional del país, ubicándose en los estados Anzoátegui, Monagas y Sucre. La especie Drosera cendeensis es conocida exclusivamente de los páramos venezolanos, específicamente de los estados Lara y Trujiilo. Esta especie, presumiblemente endémica de Venezuela, fue descrita por primera vez para la ciencia en los años 40 por el célebre naturalista venezolano Francisco Tamayo, y constituye uno de los principales componentes del popular brebaje “díctamo real”, bebida producto del conocimiento etnobotánico regional, siendo el pintoresco pueblo de Carache en el estado Trujillo, uno de los centros de preparación de esta “pócima mística”. El polen de las especies de Drosera se caracteriza por formar tétradas espinosas documentándose sus primeras evidencias en el proceso evolutivo en el Cretácico, especificamente al periodo santoniense-coniaciense (80 a 90 millones de años antes del presente) considerado un excelente marcador fósil de esa edad, empleado por los paleontólogos de la industria petrolera en la búsqueda del oro negro.
(por: Luis B. Mata García)
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