jueves, 17 de abril de 2008

Servicio Comunitario: El Nuevo Reto del Estudiante de Educación Superior en Venezuela


Originalmente escrito por Luis B. Mata-García, publicado por el diario Nueva Prensa de Oriente el 4 de febrero de 2007

En la Gaceta oficial N° 38.272 del 14 de septiembre de 2005 salió publicada la Ley de Servicio Comunitario del Estudiante Universitario, sancionada previamente por la Asamblea Nacional. El instrumento legal norma la prestación de los servicios comunitarios de los discentes de pregrado de todos los institutos universitarios de educación superior de la República Bolivariana de Venezuela. La normativa jurídica tuvo sus inicios en la tesis presentada por la estudiante de Derecho Cristina Mendoza, de la Universidad Fermín Toro, posteriormente planteada a la Comisión Permanente de Participación Ciudadana, Descentralización y Desarrollo Regional de la Asamblea Nacional por el entonces diputado Danilo Pérez Monagas en el año 2004.

La ley está enmarcada dentro de la metodología pedagógica mundial conocida como aprendizaje-servicio definida como el conjunto de actividades y acciones solidarias desarrolladas por estudiantes con la finalidad de cubrir necesidades o carencias reales de una comunidad, estas actividades deben estar planificadas estratégicamente vinculada estrechamente con el perfil académico del prestatario y en función del aprendizaje del estudiante. Se trata en fin de propiciar el “encuentro de saberes” entre los estudiantes universitarios y los ciudadanos objeto del servicio con el objetivo último de afianzar el capital social y coadyuvar en forma vinculada al desarrollo sustentable de la Nación.

La ley, a nuestro modo de ver, debe producir primero una sensibilización del estudiante ante los variados problemas que aquejan a las comunidades donde están insertos, aportando sus conocimientos a través de proyectos multidisciplinarios en la consecución de soluciones con la comunidad y no para ella. Para cumplir esta misión es necesario revestirse de necesarios valores éticos donde la humildad juega un papel primordial. La ley avala la formación de alianzas con el sector público, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado en la formulación de proyectos que sustentan la oferta institucional que el Alma Mater ofrezca a los estudiantes. Estas alianzas, así como la existencia de un marco jurídico de ámbito mundial, nacional, regional y local, así como la posibilidad de realizar emprendimientos multidisciplinarios en la solución de problemas estructurales, constituyen excelentes oportunidades para el planteamiento de estrategias efectivas tendientes a minimizar o evitar males mayores en el futuro.

Los proyectos incluyen la ejecución activa y gratuita de planes o programas en todos los campos del conocimiento científico, artístico, cultural y deportivo, mediante el cumplimiento de 120 horas académicas en un plazo no menor de tres meses, siempre en coherencia con las tres funciones de las instituciones de Educación Superior: Docencia, Investigación y Extensión

La naciente formulación de reglamentos internos en las instituciones educativas universitarias, un basamento legal coherente y coordinado, el potencial apoyo de los medios de comunicación privados y alternativos, así como el decidido refuerzo gubernamental y empresarial constituyen las fortalezas que miles de estudiantes universitarios poseerán cuando se dirijan al entorno en una primera y ¿por qué no? satisfactoria primera aplicación práctica y real de los conocimientos adquiridos en las cuatro paredes de la academia.

Sin embargo, así como existen fortalezas y oportunidades, subyacen presumibles debilidades y potenciales amenazas a la adecuada prestación del Servicio Comunitario. Las debilidades están representadas por los recursos insuficientes, no sólo financieros sino también de talento humano “suficientemente motivado” y de infraestructura material. Asimismo, las amenazas que se ciernen sobre el neonato instrumento legal son de naturaleza ética (inversión de valores); también la carencia de humildad de los entes involucrados; igualmente, percibir erróneamente el servicio como “una obligación para alcanzar el grado”, y finalmente, la terrible eventualidad de partidización, ideologización o politización en el Servicio (prohibida expresamente en la ley).

De uno u otro modo, si la ley de Servicio Comunitario trasciende el umbral filosófico de la situación legal latinoamericana que Arturo Uslar Pietri denominó con razón “proclama idealista”, se puede tener la seguridad que su aplicación efectiva y proactiva beneficiaría de forma recíproca, a miles de estudiantes universitarios actuando en sinergia con millones de ciudadanos de las comunidades en la resolución de problemas estructurales y/o coyunturales, constituyendo un auténtico desafío para los educandos en un proceso de “aprender a emprender”, como medio para alcanzar el tan ansiado desarrollo sustentable, en paz, libertad, armonía y dignidad, amparados en una democracia auténtica, participativa y protagónica.(Luis B. Mata-García, 2007)

miércoles, 9 de abril de 2008

Origen del Nombre de Cumaná (estado Sucre, Venezuela)

Originalmente escrito por Luis Mata García y publicado por el diario Provincia (estado Sucre, Venezuela) el 25/11/93

Con la denominación de Nueva Toledo fue bautizada por Gonzalo de Ocampo en 1520; como Nueva Córdoba, en 1523, por Jácome de Castellón; finalmente, el 24 de noviembre de 1569, Diego Fernández de Serpa permuta el nombre de Nueva Córdoba por el topónimo aborigen con el que se conocía desde tiempos inmemoriales a la costa y al río que circundaban aquel espacio geográfico de la porción nororiental de Venezuela y la denominó Cumaná.

Sin embargo, nueve años antes del emplazamiento de la ciudad por Fernández de Serpa, circulaba un mapa elaborado por Abraham Ortelio donde figuraba la ciudad primogénita del continente americano en su forma grave: Cumana (sin tilde en la última silaba). En otra carta geográfica de los albores del siglo XVII titulada “Mapa de las salinas de Araya y costas de Cumaná”. De autor ignoto, ya aparece con con tilde en la última silaba.

El río fue conocido como río Cumaná probablemente hasta los años cercanos al 1774, cuando circuló un mapa elaborado por el ingeniero Juan Alberto Perelló denominado “Mapa de Cumaná y sus contornos” en el que aparece designado con el topónimo Manzanares, cambio probablemente originado en los efluvios nostálgicos de algún madrileño separado de su querencia por las aguas del Atlántico. Con esta denominación lo conocieron los célebres naturalistas europeos Alejandro de Humboldt y Amado Bonpland en su incidental visita de 1799-1800 a la entonces provincia de Nueva Andalucía. Desde entonces, Cumaná y su río traspasaron el umbral de la fama en medio mundo gracias a las descripciones que de ellos hizo Humboldt en su obra “Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente”.

Otro preclaro científico del siglo XIX, Adolfo Ernst, en su ensayo “Etnología de la Costa Norte de Venezuela”, sugirió que Cumaná era un vocablo proveniente del Guaraní, cuyo significado literal en castellano correspondería al nombre vernáculo asignado a cierta variedad de granos o leguminosas. A pesar de no ser compartida por un considerable número de eruditos en la materia, la hipótesis de Cumaná como guaranismo es parcialmente respaldada por la existencia de una meseta de la costa Este de la isla Trinidad y de una isla del lago Titicaca (Bolivia) que son conocidas con este topónimo.

Es meritorio señalar que muchas voces provenientes del guaraní han sido incorporados al lenguaje universal, especialmente las pertenecientes a las Ciencias Naturales: ananás, tapioca, mandioca, curare, tapir, tucán, etc.

Análogamente, reconocidos sabios como Lisandro Alvarado y Henri Pittier, entre otros, coinciden en reconocer la voz Cumaná como el nombre vernáculo que los aborígenes atribuían a la especie botánica Turnera ulmifolia. Esta especie vegetal, correspondiente a una hierba arbustiva que produce flores amarillas, fue descrita por primera vez para la ciencia en 1753 por el insigne naturalista sueco Carlos Linneo. La especie posee propiedades biomedicinales interesantes que incluyen la regulación de los periodos menstruales y minimizar infecciones del parato urinario. En ese orden de ideas, un estudio etnobotánico realizado por Francisco Delascio Chitty con los indios kariña de Caico Seco (Anzoátegui), revela los corrientes atributos biomedicinales otorgados a la planta por las comunidades indígenas. Importante es recordar que Cumaná es la cuna de uno de los “muchachitos” egregios de América: Antonio José de Sucre, vencedor de Pichincha a los 27 años de edad y héroe de Ayacucho a los 29.

sábado, 5 de abril de 2008

Origen de los Nombres de las islas Margarita, Coche y Cubagua (Venezuela)


Extracto del libro Toponimia de Pueblos Neoespartanos de Luis B. Mata-García, publicado en 1998 por el Fondo Editorial Fondene.

MARGARITA es la mayor de las islas venezolanas del Mar Caribe. Sus primitivos pobladores fueron los indígenas guaiqueríes quienes la conocían con el nombre de PARAGUACHOA, término que para algunos investigadores quiere decir "peces en abundancia" y para otros "gente de mar". Según Montenegro (1983), la voz significa "La Gente del Mar", "La Nación del Mar", proveniente del Cumanagoto PARAGUA, mar, y CHOA: Gente, pueblo en síntesis "El Pueblo del Mar". El mismo autor sostiene que el significado "abundancia de peces" carece de base histórica y lingüística.

Según estudios del historiador Juan Manzano y Manzano, a la Paraguachoa la divisó Cristóbal Colón en el año 1494, no desembarcando en ella por estar afectado de los ojos, y la bautizó pensando en la infantita Margarita de Austria (1480-1530), quien debía casar con el Príncipe Don Juan de Aragón, hijo de los Reyes Católicos Fernando e Isabel, inclusive dos hijos del Almirante eran pajes del Príncipe de Asturias (Carbonell, 1985).

Margarita de Austria, hija del Emperador Maximiliano y de María de Borgoña, y nieta de Carlos "El Temerario", nació en Bruselas (Bélgica) el 10 de enero de 1480 y murió en Malinas (Bélgica). En 1497 casó con Juan, del que enviudó poco después, contrayendo segundas nupcias en 1501 con el duque Filiberto de Saboya; posteriormente se le confió la regencia de los Países Bajos. Margarita de Austria protegió a artistas y literatos, y escribió poesías y trabajos en prosa.
El primer plano completo conocido de la isla fue Elaborado por el ingeniero militar Juan Betín en 1661; es un mapa a colores que incluye 31 topónimos de la ínsula y cuyo título completo es: "Descripción de las Ysla Margarita con sus puertos, puntas, ensenadas, valles, serros (sic), caminos, lagunas de agua salada y trincheras que están en los caminos para defensa de la ciudad".
En lo referente a la isla de COCHE, la voz significa ciervo o venado en dialecto cumanagoto y chaima (Alvarado, 1984). En el relato de Bartolomé de las Casas acerca del descubrimiento, se dice: "... está la Margarita seis o siete leguas de la Tierra Firme y por esto hace un golfete entre ellas y la tierra firme y en medio del golfete están dos isletas leste gueste que es de Levante a Poniente junta la una a la otra; la una se llama Coche que quiere decir venado y la otra Cubagua que es donde se han cogido muchas perlas...".

Es conocido que los venados de la isla Margarita pertenecen a la subespecie Odocoileus virginianus margaritae; presumiblemente sea la misma subespecie que tuvo su hábitat en la isla de Coche y a la cual debe su denominación.

CUBAGUA, la otrora llamada "isla de las perlas", asiento de la desaparecida ciudad de Nueva Cádiz, al parecer debe su topónimo actual a una corrupción de la voz CUAGUA, es decir "sitio de cangrejos" en dialecto Cumanagoto y Guaiquerí. La Voz proviene de KUA: cangrejo , y GUA: sitio, lugar. Agustín Codazzi (1940) escribió Cuagua cuando realizó la descripción de la isla neoespartana.

jueves, 3 de abril de 2008

Pueblos Sucrenses: Origen y Clasificación de sus Nombres



Publicado por Luis B. Mata-García en el diario El Nuevo Dia (Puerto la Cruz, Anzoátegui, Venezuela) el 31-Agosto-2005

La toponimia es la ciencia encargada del estudio de los nombres de lugares geográficos, incluyendo los factores antropológicos, lingüísticos, socioeconómicos e históricos que permitieron y permiten su perenne preservación en la memoria colectiva. Según el Nomenclador de Centros Poblados Total Nacional, el estado Sucre (nororiente de Venezuela) abarca un número cercano a los 1300 centros poblados, definidos éstos como “todo lugar o sitio del territorio venezolano integrado por tres o más viviendas que no tengan separación mayor de 500 metros entre sí”.


Aproximadamente 14% de los centros poblados de la entidad nororiental ostentan fitotopónimos, es decir sus nombres derivan de las denominaciones populares atribuidas a las especies vegetales. Dentro de esta categoría se incluye el nombre de la capital del estado (Cumaná), originado del vocablo indígena con el que se identifica popularmente a la especie arbustiva de flores amarillas Turnera ulmifolia; en este orden nomenclatural también figura el pueblo de “Guayacán”, proveniente del nombre vernáculo del árbol homónimo, y el pueblo arayero “El Guamache”, que designa la denominación popular para la cactacéa arbórea Pereskia guamacho. Otros pueblos con fitotopónimos son: “Tacarigua”, “Palmarito”, “Lechozal”, “Catuchal”, “Guatapanare” y “Guacimilla”, entre otros.

Asimismo, un 30% corresponde a fisiotopónimos, es decir aquellos que evocan características geográficas propias del lugar representado. Dentro de este grupo se ubican pueblos como “Los Cerritos”, “Los Dos Ríos”, “Quebrada Seca”, “Vuelta Larga”, “Vallecito”, “Playa Colorada”(debe su nombre al color rojizo de la arena proveniente de sedimentos de la Formación geológica Barranquín), “Río Chiquito”, “Salobre”
y “Sabana Redonda”, entre otros. Asimismo, un 9% es atribuido a la categoría de hagiotopónimos, es decir nombres creados en memoria o veneración de personajes del santoral católico, así hacen vida en la geografía sucrense pueblos con nombres compuestos tales como: “San Agustín”, “Santa Fe”, “San Antonio”, “San Lorenzo”, “Santa Elena” y “Santa María” entre otros.

Análogamente, los nombres cuyo motivo es la denominación común de un integrante del Reino Animal, conocidos como zootopónimos, constituyen el 6% del total de centros poblados sucrenses. Dentro de este grupo figuran pueblos como “Caimancito”, “Chipichipi”, “Garrapata”, “Guacuco”, “Irapa”, “El Zamuro”, “Caigüire”, “Los Cachicatos”, “Las Palomas”, “Periquito”, “Querrequerre”. La toponimia zoogénica del estado Sucre está dominada por aquellos nombres de origen marino o costero, principalmente moluscos y peces, matizada por las influencias africanas e indígenas autóctonas.

Por otro lado, un 4,5% aproximadamente del total de los nombres de pueblos sucrenses son pragmatopónimos, es decir aquellos que expresan actividades u objetos prácticos para las actividades humanas. Dentro de esta sección están agrupadas poblaciones tales como: “El Cordón”, “La Tubería”, “Mapire”, “Las Charas”, “La Fragua” y “El Saco”.

Los epotopónimos, derivados de nombres o apellidos de personas, constituyen aproximadamente el 2,5% del total de nombres de centros poblados del estado Sucre. Ejemplos de esta categoría son los siguientes: “Juan Antonio”, “Juan Pedro”, “Juan Sanchez”, “Gamero”, “Villarroel”. Incluso el nombre de la entidad federal obedece a este criterio toponímico por ser Sucre el apellido del Gran Mariscal de Ayacucho.

El sentido de pertenencia y la necesidad gregaria de identificación son factores culturales inherentes a la condición humana y pasa por el imprescindible conocimiento de la génesis nomenclatural que apuntale la permanencia y progreso de las poblaciones.

miércoles, 2 de abril de 2008

Sirenas y Manatíes en Venezuela


Publicado por Luis B. Mata García en el diario Nueva Prensa de Guayana (16-Agosto-2005).

Las sirenas son personajes mitológicos representados en la antigua Grecia como seres mitad pez y mitad ave con rostro humano, permutándose con el tiempo y la tradición hasta llegar a las representaciones iconográficas de la Edad Media, donde se muestran tal como las conocemos en la actualidad, guíados por la literatura y el cine y en las metáforas basadas en sus cantos.

Distanciados en tiempo y espacio de Grecia y su mitología, se tiene en la historia americana un “avistamiento de sirenas” realizado por Cristóbal Colón en su viaje a la América de 1493. También se conoce el hecho anecdótico de un ser parecido a una sirena, o en todo caso un sireno, por lo que documenta el cronista de Indias Francisco López de Gómara en su obra monumental Historia General de las Indias y la Conquista de México (1552), al afirmar que en las cercanías de la isla venezolana de Cubagua hacían vida “peces que de medio arriba parecen hombres en las barbas y cabellos y brazos”. Pensamos que lo ambos europeos documentaron fueron especímenes de manatíes. El mismo López de Gómara en la obra citada hace referencia de un Manatí criado y domesticado por indios en la isla Española (actuales República Dominicana y Haití), comparándolo con un elefante por la forma de sus pies, y con una vaca por la forma de parir y amamantar a los hijos. Este manatí fue criado por el cacique Caramateji durante 26 años en la laguna de Guainabo y es retratado como de carácter amigable y manso, comiendo de la mano de los indios; escribe López de Gómara que el manatí era capaz de pasar en su lomo hasta diez seres humanos de una vez de un lado a otro de la laguna. Doscientos años después, en 1785, el investigador español Antonio de Alcedo en su obra “Diccionario Geográfico Histórico de las Indias Occidentales o América”, describe al manatí ubicándolo en la especie Trichechus manatis, donde ofrece detalles de su etología y vida en manadas.

Hoy se conoce que los manatíes junto a los dugones son animales acuáticos representantes de un mismo orden natural: Sirenia. Los manatíes tienen la cola achatada y redondeada, mientras que los dugones la tienen similar a las ballenas. Estos últimos sirénidos se localizan unicamente en Australia, mientras que las tres especies de manatíes conocidas están distribuidas en Africa occidental, el Amazonas, las antillas y Mar Caribe. Son los únicos mamíferos acuáticos herbívoros, pueden llegar a medir hasta 3, 5 metros de longitud y pesar hasta 500 kgs. Se ha comprobado que su vida se extiende hasta 70 años y que poseen un pelo por cada 3 centímetros cuadrados. Al igual que otros mamíferos acuáticos como ballenas y delfines, deben salir a la superficie a respirar, intercambiando de una vez hasta el 90% del aire de sus pulmones. Se especula que tienen un origen común con los elefantes, evolucionando desde el Eoceno. La especie venezolana es el Trichechus manatus, señalada a principios del siglo XIX como abundante en los ríos Orinoco, Meta y Apure por Humboldt y Bonpland. Más recientemente han sido observados en el Lago de Maracaibo, los raudales de Atures (Amazonas), Delta Amacuro, Golfo de Paria y en la boca del Río Neverí (Anzoátegui). Los conocedores del tema aseguran que la mayor población de manatíes en Venezuela está en el Caño La Brea del estado Sucre. El manatí es una de las 37 especies animales en “veda indefinida” en Venezuela desde 1979, medida básica necesaria para coadyuvar a proteger, y conservar para las generaciones futuras, una de las especies fascinantes de la Tierra de Gracia.